La (mi) vida es un circo de
tres pistas
Una pequeña, llena a rebosar,
de gente
que sueña con actuar, algún
día,
en la pista central
La segunda, algo más grande,
está reservada, casi en
exclusiva,
a los lanzadores de cuchillos
que amenazan a los de abajo
y protegen a los de arriba
La tercera, la pista
principal,
la esencia del mayor
espectáculo del mundo
país y gobierno de
prestidigitadores
expertos en hacer desaparecer
todo
La (mí) vida es un circo de
tres pistas
Por eso aprendí a ser
funambulista
a buscar el equilibrio
sobre la cuerda floja
del día a día
Me acostumbré a tragar sables
a dormir sobre camas de clavos
y soportar el dolor
para seguir adelante
Me doctoré en el trapecio
para arriesgarme sin red
a prestar mi corazón
y mis hombros
a vidas ajenas
Contra todo pronóstico
me convertí en un
experimentado
domador de fieras
Incluso, aunque parezca
increíble,
me matriculo todas las mañanas
en cursos rápidos de
maquillaje
y me coloco la nariz de payaso
para intentar arrancarle
una sonrisa
al mundo
Pero de vez en cuando
me entra pánico escénico
me crecen los enanos
y caminar sobre la cuerda
floja
me provoca vértigo
De vez en cuando
mi garganta supura bilis
y a mí espalda le vendría bien
reposar sobre una cama blanda
y dormir, doce horas, del
tirón
De vez en cuando
vendría bien saber
que sí falla el trapecio
tendré manos que impedirán
que me estrelle contra el
suelo
De cuando en vez
sería relajante vivir con la
sensación
de que sí uno guarda el látigo
no será devorado por las
fieras
Porque de vez en cuando,
hay días,
que apetece no tener que
ocultarse
tras el maquillaje
días en que ejercer de payaso
no tiene ni puta gracia
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