Le regalo mi último
cigarro a ese mendigo
Que, por cierto, está
más triste
desde que le quitaron
sus perros
El mendigo, entre
caladas,
piropea a la rubia
teñida:
“gracias por alegrarme la vista”
La rubia llega
sonriendo a su trabajo
y le sirve, de gorra,
dos cafés para llevar
a ese bombero tan
atractivo
que no se atreve a
llevársela a su cama.
El bombero de mejor
humor
decide objetar del
policía
que le exige ejecutar
la orden de desahucio
de la última víctima
del sistema.
El policía frustrado
paga su rabia
con el conductor
malhumorado
que aprieta el claxon
con desesperación
sabiendo, que no
llegara a la cita con su amante.
La amante cansada de
esperar
sale a airearse los
pensamientos
y hace una llamada a
esa amiga
que actúa de confesionario
Su amiga atiende la
llamada
desde la cafetería
donde se encuentra,
olvidándose, por
completo, del pequeño infante
que a gritos reclama su
atención
El escándalo del
pequeño Belcebú
llama la atención de la
clientela
y entre ellos una
preciosa adolescente
pega su cara a la del
niño
y le saca su lengua de
nube de algodón
consiguiendo que el
diablo se calle.
La joven se gira hacia
mí
y me lanza un beso
cómplice
mientras yo me pierdo
en sus preciosos ojos grises.
Salgo a la calle con el
ego henchido
y le regalo mi último cigarro a ese mendigo
que, por cierto, está
más triste
desde que le quitaron
sus perros
Redondo!!
ResponderEliminarBravo!!